40. La Iglesia:
El Cuerpo y La Esposa De Cristo
por Lewis
Sperry Chafer
A. SIETE FIGURAS DE CRISTO Y SU IGLESIA
En las Escrituras se usan siete figuras para revelar la relación entre Cristo y su iglesia.
1. El Pastor y la oveja que aparecen
anunciados en el Salmo 23 se usan en Juan 10, donde Cristo es el Pastor y los que creen son las ovejas. Según este pasaje: a) Cristo vino por la puerta,
esto es, a través del linaje escogido de David; b) El es el verdadero pastor, al que siguen las ovejas; c) Cristo es también la Puerta de las ovejas, la puerta de entrada en la salvación
y la puerta que da seguridad (Jn.
10:28-29);
d) el Pastor da alimento y vida a las ovejas; e) en
contraste, otros pastores solo son asalariados que no dan su
vida por sus ovejas; f) hay comunión entre las ovejas
y el Pastor; así como el
Padre conoce
al Hijo y el Hijo conoce al Padre, las ovejas conocen al pastor; g) aunque Israel
pertenecía a un redil diferente en el Antiguo
Testamento, en la era actual hay un redil y un Pastor, en el cual judíos y gentiles por igual tienen
salvación (Jn. 10:16); h) como Pastor, Cristo no sólo pone su vida por sus ovejas, sino que vive para
siempre para interceder
por ellas y darles la vida espiritual y el alimento necesario (He.
7:25). Según el Salmo 23:1, «Jehová es mi pastor;
nada me faltará».
2. Cristo es La Vid verdadera, y los
creyentes son los pámpanos. Aunque
Israel estaba
vinculado con Dios en la figura de la vid en el Antiguo Testamento, Cristo es la Vid verdadera
y los creyentes son los pámpanos,
según Juan 15. La figura
había de la unión con Cristo y de la comunión
con Cristo.
Se
exhorta a los creyentes que permanezcan
en
una comunión inquebrantable con Cristo (15:10), y el resultado de permanecer en El es la limpieza o poda (v.
2), la oración eficaz (v. 7), gozo celestial
(v. 11) y verdad eterna (v. 16). La verdad central de la
vid y
los pámpanos es que el creyente no puede gozar de la vida cristiana o ser fructífero en su
servicio sin
estar unido vitalmente con Cristo, la Vid verdadera.
3. Cristo
es La Piedra del ángulo, y la
iglesia comprende Las piedras
del edificio. En contraste con el Antiguo Testamento, en que Israel tenía un templo (Ex. 25:8), la iglesia es un templo (Ef.
2:21). En la figura, Cristo es presentado
como la principal
piedra del ángulo y los creyentes como piedras del edificio (Ef. 2:19-22). El propósito
presente de Dios es edificar su iglesia (Mt.
16:18). En la construcción de la iglesia como un edificio,
cada piedra es una piedra viva porque participa
de
la
naturaleza
divina
(1
P. 2:5);
Cristo es la piedra
principal
del ángulo
y
el
fundamento (1 Co. 3:11; Ef. 2:20-22;
1 Pedro. 2:6); y el edificio, como un todo, llega a ser morada de Dios en el Espíritu>> (Ef. 2:22). En la figura del edificio
es evidente que cada
creyente depende
de Cristo como fundamento, y como piedra del ángulo, y las piedras
del edificio, igualmente,
revelan la interdependencia de los creyentes,
siendo el edificio, como un
todo, el templo
de Dios en el Espíritu.
4. El Nuevo Testamento presenta a Cristo como nuestro Sumo Sacerdote,
y a los creyentes como sacerdotes. Según se señaló en estudios anteriores, si creyente sacerdote tiene un sacrificio
cuádruple: a) ofrece un servicio de sacrificio,
presentándose a si mismo de una vez para siempre a Dios (Ro. 12: 1-2); b) ofrece un servicio de adoración, dando alabanza y acción de gracias a Dios (He. 13:15), incluyendo un servicio de intercesión u oración por sus propias necesidades y por las de los demás (Ro. 8:26-27;
Col. 4:12; 1 Ti. 2:1; He. 10:19-22). Cristo, como Sumo
Sacerdote nuestro, entra en si cielo por medio de su sangre derramada en si Calvario (He. 4:14-
16; 9:24; 10:19-22)
y ahora intercede por nosotros (Ro. 8:34; He. 7:25).
Como miembros de un real sacerdocio,
es importante Señalar que los creyentes además
ofrecen: c) si sacrificio de buenas
obras, y d) si sacrificio de su sustancia,
además de haber
ofrecido sus cuerpos en sacrificio vivo (He. 13:16).
5. Cristo como la Cabeza y la iglesia como el cuerpo de Cristo revelan el propósito
presente de Dios. A esta figura le daremos consideración aparte y más detallada un poco más adelante
en este capítulo.
6. Cristo como el segundo Adán y la iglesia como nueva creación es una figura en que Cristo, como el resucitado, reemplaza a Adán, La cabeza del antiguo orden, y llega a ser cabeza de las nuevas criaturas en Cristo. Esta figura está basada en la certeza de la resurrección de Cristo y en la importancia de que Cristo haya establecido un nuevo orden en su resurrección. El creyente está
en Cristo por el bautismo
del Espíritu, en contraste con el estar en Adán. En su nueva
posición en Cristo, él recibe todo lo que
Cristo hizo en su favor al proporcionarle justicia y nueva
vida en Cristo. Puesto que Cristo es cabeza de la nueva creación, es necesario un nuevo
día conmemorativo, si primer día de la semana, en contraste con el sabbath
(sábado), que pertenecía al
viejo orden.
7. Cristo como el Esposo y la iglesia como La esposa es una figura profética de La relación presente y futura entre Cristo y su iglesia.
En contraste con Israel, presentado en el Antiguo Testamento como una esposa infiel a Jehová, la iglesia se revela en si Nuevo Testamento como una virgen que espera la
venida de su Esposo. Esto será objeto de una amplia discusión
más adelante en este capítulo. Como la iglesia, cuerpo de Cristo, es la figura
más importante que revela el propósito
presente de Dios, así la iglesia como la esposa es la figura más importante que revela la relación futura de
la Iglesia con Cristo.
B. La iglesia como el cuerpo
de Cristo
La discusión del bautismo del Espíritu en un capítulo
anterior sacó a la luz la revelación neotestamentaria de la iglesia unida
y constituida en el cuerpo de Cristo por el bautismo del
Espíritu, según la declaración
de 1 Corintios 12:13: «Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos,
sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo espíritu. En esta figura se presentan tres verdades de gran importancia:
1) la iglesia es un cuerpo que se desarrolla por si mismo; 2) los miembros del cuerpo reciben dones especiales y se les asignan servicios especiales; 3) si cuerpo es una unión
viviente u organismo.
1. Como cuerpo que se desarrolla por si mismo, Efesios 4:11-16 presenta la iglesia como una entidad
compuesta
por individuos
que tienen dones
espirituales. De aquí que algunos sean
apóstoles, otros profetas, evangelistas, pastores
y
maestros.
La
verdad central es que los creyentes no solamente reciben la exhortación de servir a Dios en sus diversas capacidades, sino que
están equipados para hacer un trabajo en particular
para el cual Dios los ha llamado. El creyente cumple sus propios servicios cuando
cumple
el rol particular que se le ha asignado
en el cuerpo de Cristo y participa
en el perfeccionamiento del cuerpo de Cristo (Ef.
4:13).
2. A los miembros del cuerpo de Cristo se les asigna un servicio
especifico que está de
acuerdo con los dones que han recibido. Así como en el cuerpo humano los diferentes miembros tienen funciones distintas, en el cuerpo de Cristo ocurre lo mismo. Es importantísimo que cada creyente se examine seriamente a fin de ver qué dones Dios le ha dado, y luego los use para la
gloria de Dios. En Romanos 12:3-8 y I Corintios 12:28 se mencionan importantes dones. Cada creyente tiene algunos dones
y hay
creyentes que pueden
tener
más que otros. Los dones espirituales, aunque a veces
están
relacionados
con
habilidades naturales,
no
deben
ser confundidos
con
ellas. Por ejemplo,
aunque
una
persona tenga
naturalmente el don de
la
enseñanza, solamente Dios puede
dar el don de enseñar cosas espirituales.
Los dones espirituales no se consiguen buscándolos, sino por el Espíritu que reparte «a cada
uno en particular como él quiere» (1 Co. 12:11). En la iglesia apostólica se recibieron
algunos dones que han
seguido hasta el presente; otros fueron dones
señales que ciertamente cesaron después de la primera generación de cristianos. Sin embargo, cada don está sujeto a regulación por la Palabra
de
Dios
y no
es una base
adecuada para el
orgullo,
siendo
una gran responsabilidad por la cual cada creyente tendrá
que rendir cuentas.
Aunque las iglesias locales pueden desarrollar complicadas organizaciones, la obra de Dios es realizada
primariamente por medio de la iglesia como un organismo dirigido
por Cristo, la Cabeza, en conformidad a las capacidades de cada miembro individual. Aunque no es raro que a un creyente en Cristo se le pida que sirva en una esfera
para la cual no está especialmente dotado, obviamente
su
función más elevada
será
la de realizar
la tarea
para la cual
fue incorporado al cuerpo
de Cristo. Al presentar su cuerpo al Señor en sacrificio
vivo puede conocer la perfecta voluntad dé Dios (Ro. 12:1-2).
3. El cuerpo es un organismo vivo que está eternamente unido en Cristo. La unidad del
cuerpo, que comprende judíos, gentiles y personas
de diversas razas y culturas, es presentada
en Efesios 1:23;
2:15-16; 3:6; 4:12-16;
5:30. La iglesia
como cuerpo
de Cristo tiene una unidad maravillosa
en la que se ignora la división
entre judío y gentil, y ambos tienen
los mismos privilegios y acceso a la misma
gracia. El cuerpo de Cristo acusa
un agudo contraste con la relación entre Dios e Israel y los gentiles
en si Antiguo Testamento y es una situación única,
limitada a la edad presente.
Según
Efesios 3,
los
miembros
del cuerpo
participan en la maravillosa
verdad, que estuvo oculta para
los profetas
del
Antiguo Testamento, pero revelada en si Nuevo, de que los gentiles son coherederos, forman el mismo
.cuerpo y participan de las mismas promesas en Cristo que los judíos (Ef. 3:6). La unidad del cuerpo enfatizada en Efesios
4:4-7 es una unidad eterna que es la base de la comunión y el servicio cristiano
en la edad actual
y la base, para una comunión eterna en la edad venidera.
C. CRISTO
COMO EL ESPOSO Y LA IGLESIA
COMO LA ESPOSA
De las siete figuras de Cristo y la iglesia, solamente la figura del esposo y la esposa tiene una significación profética En contraste con Israel,
que fue la esposa infiel de Jehová, la iglesia es
representada en el Nuevo Testamento como la virgen pura que espera la venida de su Esposo (2- Co. 11:2). Cristo como el
Esposo ya es presentado en Juan
3:29 por Juan el Bautista.
Sin embargo, la revelación más importante la da Efesios 5:25-33 para ilustrar la relación
correcta que debe haber entre marido
y mujer
en Cristo. Aquí se revela
la triple obra de Cristo: a) en su muerte, «Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella» (v., 25); b) Cristo está
realizando su obra presente para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra (v. 26); c) a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino quo fuese santa y sin mancha (v. 27). Al morir en la cruz Cristo cumplió el simbolismo oriental de pagar una dote al precio necesario para tomar una
esposa. En la era actual, mediante el lavamiento de agua, la aplicación de la Palabra de Dios y la santificación del creyente, Cristo está preparando y purificando a su esposa
para su relación futura. Al final del siglo, en el arrebatamiento de la iglesia, el Esposo vendrá por su esposa y la llevará al cielo. Allí Ella presentará coma la iglesia que refleja
su gloria, perfecta,
sin mancha ni arruga,
una
esposa santa, digna de un Esposo santo. La fiesta
de
bodas quo
seguirá,
probablemente consumada en la comunión espiritual del reino milenial, vera reunirse a todos los demás santos para la celebración de la boda do Cristo y su iglesia.
Esta fiesta de boda se anuncia
en Apocalipsis 19:7-8 en si momento mismo en quo Cristo está por venir a la tierra a establecer su reino.
El amor de Cristo por su iglesia
que se revela en esta figura, es una notable demostración del amor de Dios. Se pueden
mencionar cinco características
del amor de Dios.
1. La duración eterna del amor de Dios brota del hecho de que Dios es amor (1 Jn. 4:8). El no
ha obtenido si amor por esfuerzo propio, o por cultivo do su persona, ni considera el amor coma algo separado
do su personalidad quo pudiera abandonar
a voluntad. El amor es una parte vital de
su ser. Si El hubiera tenido principio, el amor
habría comenzado cuando El empezó. Si cesara su amor, dejaría
de existir una parte esencial
de la persona de Dios. El es lo que es, en gran parte, porque es amor. El amor do Dios no puede cambiar. A Israel le dijo: <<Con amor eterno te he
amado (Jer. 31:3); y de Cristo está escrito: Como había amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el fin» (literalmente: «sin fin»; Jn. 13:1; cf. con 15:9). El amor de Dios
hacia un individuo no tiene
fluctuaciones ni tiene fin.
2. El amor de Dios motiva su incesante actividad. Aunque el amor de Dios se manifestó de una vez para siempre en el sacrificio de su bienamado Hijo (Ro. 5:8; 1 Jn. 3:16), lo que se
manifestó en un
momento del tiempo es la revelación de la actitud
eterna do Dios hacia el
hombre. Si hubiésemos
podido mirar el corazón de Dios antes de la creación del universo material, habríamos
visto que ya
había
hecho la provisión
del
Cordero que habría
de
ser sacrificado por el
pecado del mundo (Ap. 5:6).
Si pudiésemos ahora mirar en
el corazón de Dios, veríamos la misma compasión no disminuida
en favor de los perdidos quo se manifestó en la
muerte de su Hijo. La muerte
de Cristo, ocurrida en un momento,
no fue un espasmo do amor
divino; es el anuncio ante un mundo
perdido del hecho del amor eterno e inmutable
de Dios.
3. El amor de Dios tiene una pureza transparente. Acerca de este aspecto del amor de Dios no
hay
palabras humanas quo
puedan describirlo. No hay egoísmo en el amor divino; Dios jamás ha
buscado beneficios para sí. El nada recibe; todo lo da. Pedro exhorta a los creyentes a amar de corazón puro, entrañablemente (1 P. 1:22); pero cuán pocos son los que aman a Dios por lo que El es, sin consideración de sus beneficios. ¡Qué diferente es el amor de Dios! Nuestro juicio nos
lleva a pensar que El necesita
nuestro dinero, nuestro
servicio o nuestra
influencia. El
no
necesita nada de nosotros; pero El nos necesita a nosotros, y solamente porque su infinito
amor no puede ser satisfecho sin nosotros.
El título
«Amado»,
quo se dirige
a los creyentes
es altamente expresivo; porque, en su relación
con Dios, su más alta
función es ser amado.
4. El amor de Dios
tiene una intensidad
ilimitada. La cosa más costosa del mundo es la sangre de
Cristo, el Hijo único de Dios; sin embargo, Dios amó de tal manera al mundo quo dio a su Hijo unigénito. El sacrificio do su Hijo por hombres que aún eran pecadores y enemigos parece
alcanzar los más lejanos limites del infinito; sin embargo, se nos habla de un amor que es « mucho más» que esto. Es el amor de Dios por los que han sido reconciliados
y justificados por medio do la muerte de Cristo (Ro. 5:8-10); por supuesto, nada nos podrá separar del amor de
Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro. 8:39).
5. El amor do Dios tiene una benevolencia inagotable. No hay esperanza para este mundo sin
el maravilloso
amor que Dios tiene hacia los que aún son pecadores. Pero el amor de Dios no es pasivo.
Movido en un grado infinito por su amor, Dios actuó en favor de quienes, de otro modo, hubieran tenido
quo expulsar de su presencia para siempre. Dios no podía ignorar
la justa condenación del pecador que su justa santidad
exigía; pero él podía tomar sobre sí la maldición
quo debía caer sobre el pecador: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por
sus amigos (Jn. 15:13), y esto fue lo que El hizo a fin de que, sin violar su propia santidad,
pudiera tener libertad para salvar de la culpa (Ro. 3:26). Estando libres por la muerte vicaria de Cristo, Dios no conoce
limitaciones y no cesa de obrar hasta
quo, para su propia satisfacción, pone al pecador justamente condenado
en la más alta gloria celestial y conformado a la imagen
do Cristo.
La gracia salvadora
es más que amor; es el amor do Dios puesto en libertad
de acción para imponerse
sobre sus justos juicios contra el pecador. «Por gracia sois salvos par media do la fe» (Ef.
2:8; cf. can 2:4; Tit.
3:4-5).
Además, Dios tiene un perfecto odio por el pecado que, como contrapartida de su amor, lo
prepara para salvar al pecador do su condenación. De igual modo, este odio por el pecado, combinado con su amor, hace de Dios un Padre que disciplina a su hijo. Yo reprendo y castigo a
todos los que amo (Ap. 3:19), y «el Señor al que ama, disciplina» (He. 12:6).
Debido a esta unión viva con Cristo (1 Co. 6:17), el creyente es objeto del amor del Padre del
mismo modo que el Padre ama a Cristo (Jn. 17:23), y este amor infinito nunca disminuye en la hora de la corrección a de la prueba.
Además de estas
manifestaciones
directas
del amor de Dios,
se pueden
citar muchas manifestaciones indirectas. En el Nuevo Testamento hay pocas referencias al amor humano; el énfasis más bien está puesto en el amor divino
quo ha sido impartido y que experimenta solamente el creyente que está lleno del Espíritu. El mensaje de Romanos 5:5 es que el amor de
Dios brota del Espíritu que nos es dado. El amor divino es fruto del Espíritu (Ga. 5:22); por lo tanto, El es su fuente. El amor divino se manifiesta
indirectamente pasando a través del corazón del creyente. 1 Juan pone énfasis en que si hemos nacido de Dios, amaremos como Dios ama; 1
Corintios 13 es una descripción del carácter sobrehumano del amor. No hay éxtasis en esta vida
comparable
a la afluencia libre y sobreabundante del amor do Dios.
Debe observarse que, no es el amor a Dios lo que estamos considerando; se trata más bien del
amor
quo pertenece a Dios. Debemos notar
algunas cosas en cuanto a este amor:
Se experimenta como respuesta a la oración de Cristo (Jn. 17:26). Dios ama al mundo perdido
(Jn. 3:16; Ef. 2:4), y así tan
ciertamente aborrece
al sistema mundano quo es malo (1 Jn. 2:1547). Dios
ama a quienes ha redimido (Jn. 13:34-35;
15:12-14; Ro.; 5:8; Ef. 5:25; 1 Jn. 3:16; 4:12).
Dios ama a la nación de Israel (Jer. 31:3). Dios ama a quienes han vagado lejos do El (Lc. 15:4,
20). El amor do Dios es eterno (Jn. 13:1). El amor de Dios es sacrificial, hasta el punto de dar a
su propio Hijo
(Jn. 3:16; 2 Co. 8:9; El. 5:2).
En el misterio de esta compasión
divinamente ordenada, el apóstol Pablo estaba dispuesto
a ser apartado do Cristo por amor a sus hermanos, sus parientes según la carne (Ro.
9:1-3).
El ejercicio del amor divino es el primer mandamiento do Cristo baja la gracia (Jn. 13:34-35;
15:12-14) y debiera ser característica sobresaliente de cada cristiano
(Ga. 5:13; Ef. 4:2, 15; 5:2;
Cal.: 2:2; 1 Ts. 3:12; 4:9). El amor impartido par Dios no so obtiene por cultivo, ni se puede
producir por esfuerzos de la carne. Es la experiencia normal de quienes, habiendo
cumplido los
requisitos,
están llenos del Espíritu (Ga. 5:22).
D. LA ESPOSA ADORNADA
Y RECOMPENSADA
Entre los diversos juicios de las Escrituras, uno de los más
importantes es el juicio
del tribunal de Cristo en que se juzga y recompensa a la iglesia. Con referencia al pecado, las Escrituras enseñan quo el hijo de Dios que está bajo la gracia no vendrá a juicio (Jn. 3:18; 5:24; ~6:37;
Ro.5:1; 8:1; 1 Co. 11:32); en su posición delante de Dios, y sobre la base de que el castigo do
todos los pecados —pasados, presentes y futuros— fue llevado por Cristo como el perfecto
sustituto el creyente se encuentra no solamente fuera de toda condenación, sino que estando en Cristo es aceptado por la perfección de Cristo (1 Co. 1:30; Ef. 1:6; Col. 2:10; He. 10:14) ~ es amado de Dios como Cristo es
amado (Jn. 17:23).
Pero en relación a su vida cotidiana y su
servicia a Dios, el cristiano
debe dar cuenta ante el tribunal
de Cristo (Ro. 14:10; 2 Co 5:10; Ef.
6:8), juicio que se celebrará
a la venida de Cristo para recibir
a los suyos (1 Co. 4:5; 2 Ti. 4:8;
Ap. 22:12; cf. con Mt.
16:27; Lc. 14:14).
Cuando se presenten ante el gran trono blanco para el juicio final, los inconversos serán juzgados según sus obras (Ap. 20:11-15). El propósito de este juicio no es determinar si los que han sido
presentados a él serán salvos o se perderán; su propósito es más bien determinar el
grado de castigo que corresponde
a los perdidos a causa de sus obras malas Del mismo modo,
cuando los salvados se presentan
ante el tribunal do Cristo, en su venida, son juzgados
por sus obras no para determinar si se salvan a se pierden, sino para determinar la recompensa o pérdida
por el servicio que se esperaba de cada creyente. Los que se presenten
ante el tribunal
de Cristo no solamente serán salvos y estarán seguros, sino quo ya habrán sida llevados al cielo, no sobre
la base-de méritos
u obras, sino por la gracia divina hecha posible por la gracia salvadora de Cristo. Bajo la gracia, la salvación no es de ningún
modo condicionada por el servicio o el carácter de la vida del creyente; la vida y el servicio del creyente llegan a ser un caso separado que ha de ser juzgado por Cristo, pues a él pertenecemos y a él servimos.
Cuando todos sean reunidos ante «su trono de gloria», también se darán recompensas sobre la
base del mérito de Israel y las naciones, pero esto se hará sin consideración de la cuestión de la
salvación personal (Mt. 25:31-; cf. con Mt. 6:2-6; 24:45, 46; 25 1-46).
En las
Escrituras se usan tres figuras
importantes para
revelar la
naturaleza de las
recompensas del creyente en el
tribunal de Cristo.
1. En Romanos 14: 10-12 se presenta la firma de una mayordomía. En conexión con el juicio de los
demás se hace la exhortación:
«
¿Por
qué
a
tu hermano?
0
tú
también,
¿por
qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito
está:
Viva yo, dice el Señor, que ante mí se
doblará toda rodilla, y toda lengua confesará
a Dios. Do manera quo cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí».
En este pasaje se nos exhorta a que no tratemos de evaluar la calidad de las obras de otro cristiano. Esto no significa que no debamos juzgar y rechazar el pecado, sino que se refiere más bien a la calidad y el valor de la
vida. Con demasiada frecuencia los
cristianos se dejan llevar por el deseo de criticar a los demás a fin de que sus propias vidas parezcan
un poca mejores ante sus
propios ojos. En otras
palabras, reducen a la nada a
sus hermanos en un esfuerzo
de exaltarse a sí mismos.
Este pasaje revela quo cada cristiano
tendrá quo rendir cuenta a Dios. La figura es de un
mayordomo o persona a la que se ha confiado algo. Todo lo que el creyente tiene en la vida —su
capacidad intelectual, dones naturales, salud física, dones espirituales, a riqueza— es un don do
Dios para
él. Mientras más se le confía, tendrá más de qué dar cuenta.
Como se afirma en 1
Corintios 6:19-20:
<<No sois vuestros, habéis sido comprados por precio. Como mayordomos,
tendremos que dar cuenta ante el tribunal de Cristo de todo lo que Dios nos ha dado, y no
seremos responsables de lo que fue dado a los demás, pero si tendremos que responder de lo que
nos fue dado a nosotros. La clave del juicio no será el éxito o el aplauso público que se haya tenido, sino la fidelidad en el uso de lo que Dios nos ha encomendado.
2. En 1 Corintios 3:9-15 La vida
del creyente es considerada como un edificio levantado sobre
Cristo
como
fundamento. Al determinar la fuerza de este pasaje, debe observarse:
a) Se tiene
en
vista solamente
a
los salvados.
El
pronombre personal
«nosotros»
y
el
«vosotros» incluyen a todos
los salvados y excluye a
todos los que no son salvos;
de igual modo, la palabra «alguno» se refiere solamente a quién esté edificando sobre
la Roca que es Cristo
Jesús.
b) Habiendo presentado
a los corintios
el evangelio par el cual fueron salvados —salvación proporcionada par la Roca sobre la cual los salvados
están—, el apóstol Pablo se compara con un perito arquitecto
que ha puesto el fundamento o cimiento; pero, en agudo contrasto con esto, señala que cada creyente por si mismo esta levantando la superestructura sobre el fundamento
único proporcionado por la gracia do Dios.
Por eso, el llamado es a que cada uno mire cómo sobreedifica. Esto no es una referencia a la así llamada
<<construcción del carácter>>, que no tiene base en
los pasajes dirigidos a los santos de
esta dispensación; el carácter
do ellos es el «fruto del Espíritu» (Ga. 5:22-23)
y es realizado, no por esfuerzos
carnales,
sino por el andar en el Espíritu (Ga. 5:16). Se presenta
al creyente
levantando una superestructura
de
servicio, u obras, que
tiene que
ser probada
por fuego,
posiblemente por los ojos
de fuego de nuestro Señor ante el cual tendrá que presentarse (Ap.
1:14).
c) La <<obra>> que el cristiano esta edificando sobre Cristo puede ser de madera,
heno, hojarasca, que el fuego puedo destruir; o puede ser de oro, plata y piedras preciosas que el fuego no destruye y
que, en el caso del oro y la plata, en cambio, las purifica.
d) A aquel cuya obra levantada sobre Cristo permanezca,
lo será dada una recompensa; pero a
aquel cuya obra sea quemada sufrirá pérdida: no de su salvación,
que es asegurada por medio de
la obra consumada de Cristo, sino de su recompensa. Aun cuando paso por el fuego que va a
probar la obra de cada cristiano y sufra la pérdida de su
recompensa, él mismo será salvo.
3. En 1 Corintios 9:16-27, y especialmente en los versículos
24-27, se usa la figura de una carrera y el ganar el premio para revelar la calidad de La vida y del servicio cristiano.
Hacienda referencia a su
propio servicio
en la predicación del evangelio, el apóstol pregunta:
« ¿Cuál, pues, es mi galardón?»
La verdadera respuesta
a esta pregunta
depende, naturalmente, de la
naturalaza y calidad del servicio rendido a Dios. Por lo tanto, el apóstol
continúa haciendo un recuento de su fidelidad en la obra (versículos
18-23); nadie negará la veracidad de su informe. Luego
compara el servicio cristiano o una carrera en que todos los creyentes están participando, y que, como en
una carrera, uno solo recibe el premio y sólo
por un esfuerzo superior.
En forma similar, el creyente debiera poner en ejercicio todas sus fuerzas en el servicio
cristiano, a fin de obtener la recompensa completa, correr como si quisiera superar a los demás.
Así como el atleta se abstiene de muchas
cosas a fin de obtener una corona corruptible, el
cristiano debe abstenerse de
todo a fin de obtener la corona incorruptible. El autocontrol del
apóstol se ve en el hecho de que mantenía en sujeción
su propio cuerpo a fin de evitar que algún
servicio indigno y no de todo corazón por los demás hiciera
quo fuera reprobado. La palabra traducida aquí «eliminado» es adokimos, que es la forma negativa de dokimos; dokimos se traduce
por «aprobada» (Ro. 14:18; 16:10; 1 Co. 11:19; 2 Co. 10:18; 2 Ti. 2:15),: por lo que adokimos debe traducirse «desaprobado» Puesto que no está en duda la salvación
del apóstol, él no tiene miedo de ser desechado por Dios para siempre; tiene temor de ser desaprobado en la esfera de servicio.
La recompensa
del cristiano a veces se menciona como un premio (1 Co. 9:24) y a veces
como una corona (1 Co. 9:25; Fil. 4:1; 1 Ts. 2:19; 2 Ti. 4:8; Stg. 1:12; 1 P. 5:4; Ap. 2:10; 3:11).
Estas coronas pueden ser clasificadas bajo cinco divisiones
que representan cinco formas de servicio y sufrimiento cristiano,
y el
hijo de Dios recibe la advertencia
de que tenga cuidado para que no pierda la recompensa (Col.
2:18; 2 Jn. 8; Ap. 3:11).
La doctrina de las recompensas
es la contrapartida necesaria de la doctrina de la salvación por gracia.
Puesto que Dios no cuenta los méritos del creyente para la salvación, ni puede hacerlo,
es necesario que las buenas obras del creyente reciban el reconocimiento divino. Los salvados nada deben
a Dios en paga de la salvación
que les fue dada como un regalo; pero deben a Dios una vida
de devoción fiel, y para esta vida de devoción
se ha prometido una recompensa en los
cielos.
Aunque las recompensas de los creyentes están simbolizadas por coronas, según Apocalipsis
4:10 las coronas, como símbolo de la recompensa, serán puestas
a los pies del Salvador en el cielo.
¿Cuál será entonces la recompensa para
el servicio fiel de parte del
creyente?
La probabilidad es que el servicio
fiel
sobre
la tierra
sea
recompensado con un lugar
privilegiado de servicio en el cielo. Según Apocalipsis
22:3, «sus siervos le servirán». Los creyentes verán cumplidas
sus mas elevadas aspiraciones do servicio
de amor para el Salvador
que los amó y se dio a sí mismo por ellos. En la ilustración de los talentos
usada por Cristo en
Mateo 25:14-30, el hombre que recibe los cinco talentos y el que recibió dos (ambos ganaron el doble sobre lo que le encomendó el Señor) fueron aprobados
cuando el Señor dijo: «Sobre poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor» (Mt. 25:21, 23). Aunque
parece que este juicio no tiene que ver con la iglesia, se puede aplicar el principio a todos los
creyentes de todas las edades
que reciben recompensa en la eternidad. La fidelidad en nuestro servicio presente tendrá
como recompensa
un servicio de privilegio en la eternidad.
El pasaje central sobre el tribunal
do Cristo, 2 Corintio5 5:10-11, revela que el tribunal
de Cristo es
un lugar donde se distinguen
las buenas obras
de las malas, y el creyente recibe recompensa sobre
la base do las buenas
obras. Como se ha dicho anteriormente, no se esta juzgando el pecado, por
que
el
creyente
ya ha sido
justificado. Tampoco es
cuestión de santificación como se experimenta en el presente
al ser disciplinado por no haber confesado el
pecado (1 Co. 11:31 32; 1
Jn. 1:9), porque el creyente ya es
perfecto en la presencia de Dios.
El único problema que queda, entonces, es la calidad
de la vida y de las obras
que Dios considera buenas en contraste
con las obras que son sin valor. El hecho
solemne de que todo creyente deberá presentarse
un día a rendir cuenta de su vida ante Dios, debiera ser un estimulo para
la fidelidad presente
y para la propia evaluación
de las prioridades de vida basadas
en la pregunta de cómo será evaluada
en la eternidad.
PREGUNTAS
1. Nombrar
las siete figuras que se usan para Cristo y su iglesia.
2. ¿Cuáles
son algunas de las verdades importantes enseñadas por la figura del pastor y las
ovejas?
3. Explicar en qué forma habla de unión, comunión y producción de fruto la figura de Cristo come la Vid verdadera y los creyentes como los pámpanos.
4. ¿Cuál es el pensamiento principal
de la figura de la iglesia como un edificio del cual Cristo es la piedra del ángulo?
5. ¿Cuáles son las principales funciones del creyente como sacerdote?
6. ¿Que verdad nos ilustra la figura
de Cristo como el Segundo Adán y la iglesia
como una nueva creación?
7. ¿Qué representa
la figura de Cristo como el Esposo y la iglesia como una
esposa profética?
8. ¿Cuáles
son las tres grandes verdades presentadas en la figura de la iglesia como cuerpo de
Cristo?
9. ¿En qué forma determinan los dones espirituales el servicio particular
de un individuo a
Dios?
10. ¿Qué nos revela el concepto de la iglesia
como
un organismo vivo?
11. ¿Cuál es la triple obra
de Cristo bajo la figura de un Esposo?
12. Escribir detalladamente qué es lo
que Cristo está
haciendo actualmente
por su esposa.
13. Nombrar cinco características
del amor divino revelado
en el amor de Cristo por su iglesia.
14. En
vista del amor de Cristo
por su iglesia, ¿qué se revela
acerca del amor del Padre por los
creyentes?
15. En vista
del amor de Dios por la iglesia, ¿qué se revela acerca
de nuestro amor?
16. En conexión con el juicio del hijo
do Dios, ¿por qué el creyente no será
condenado por sus pecados?
17. ¿.Cuál
es el propósito principal del juicio de los cristianos en el tribunal
de Cristo?
18. ¿.Qué contraste hay entre
el juicio de los cristianos y el juicio del gran trono blanco?
19. ¿En qué forma ilustra la
naturaleza del juicio de los
cristianos la figura de la mayordomía?
20. ¿Cómo se ilustra el juicio de los creyentes con la figura
de un edificio levantado
sobre
Cristo como el
fundamento?
21. ¿Cómo se
relaciona la figura de ganar una carrera
con el tribunal de Cristo?
22. ¿cuál
es la naturaleza de la recompensa del
creyente?
23. ¿Cuánta importancia tiene el tribunal
de Cristo, y cómo se relaciona
con la evaluación de nuestras vidas presentes?
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