38. La Iglesia:
Su Culto En La Oración y La Acción De Gracias
por
Lewis Sperry Chafer
Como vimos en Romanos 12:1-2 y Hebreos 13:15-16, el cristiano,
como sacerdote creyente,
está ocupado con cuatro sacrificios: 1) El sacrificio de su cuerpo (Ro. 12:1-2); 2) el sacrificio
de alabanza (He.
13:15); 3) el sacrificio de buenas obras
(He. 13:16); y 4) el sacrificio
de la mayordomía o de la acción de dar presentada en la expresión «de la
ayuda mutua no
os olvidéis» (He. 13:16). Dios se agrada de tales sacrificios (He. 13:16). Hemos considerado ya el sacrificio de las buenas obras
y la mayordomía de las posesiones temporales en el capítulo anterior, de modo que
ahora consideraremos la obra
del creyente
sacerdote en la oración y la alabanza
a Dios que forman la parte esencial de la adoración.
En la edad presente la adoración no es cuestión de
forma o circunstancias, sino en las
palabras de Cristo a la samaritana:
«Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn. 4:24). En consecuencia, la adoración no está confinada
a servicios sagrados en grandes catedrales; es la adoración del corazón del cristiano al expresar la alabanza y
la intercesión ante su Padre Celestial en el nombre de Cristo. La oración y la alabanza
son los principales elementos de la adoración y son actos de comunión directa de los hombres con Dios. El estudio de la doctrina de la
oración y la alabanza en el Antiguo y el Nuevo Testamentos muestra que hay una revelación
progresiva y un privilegio creciente.
A. LA ORACION ANTES
DE LA PRIMERA VENIDA DE CRISTO
Aunque la oración personal y privada ha sido una práctica de los hombres piadosos a través de
todas las edades, es evidente que la oración, en lo principal, era ofrecida por el patriarca en favor
de su casa (Job 1:5) y, en el período que se extiende desde Moisés hasta Cristo, era
ofrecida por los sacerdotes y gobernantes en favor de su pueblo. A través de todos los siglos
comprendidos en este período la base de la oración consistía en invocar los pactos de Jehová (1
R. 8:22-26; Neh. 9:32; Dn. 9:4) y su santo carácter (Gn. 18:25; Ex. 32:11-14), y debía ser
después de derramar
la sangre del sacrificio (He. 9:7).
B. LA ORACION
EN LA EXPECTACION DEL REINO
La pretensión mesiánica de Cristo y el reinado
de su parte fue rechazado
por la nación de
Israel; pero durante los primeros días de su predicación,
y cuando el reino era ofrecido a Israel, enseñó a sus discípulos a orar por el reino que
se iba a establecer en la tierra.
La conocida oración el Padrenuestro
aparece en Mateo 6:9-13 e incluye la petición «venga tu
reino» (Mt. 6:10). Esta oración tiene primariamente en vista la realización del reinado sobre la tierra
en el milenio cuando Cristo reine como supremo soberano sobre la tierra. La doxología
contenida en Mateo 6:13 concluye: «porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén». Esta doxología no se encuentra en muchos manuscritos
antiguos del Evangelio
de Mateo y se omite en el relato paralelo
de Lucas 11:2-4. Muchos creen que fue añadida por los
copistas de las Escrituras
como una forma
adecuada de concluir la oración. Sea que haya formado parte de Mateo originalmente o no, es un hecho que hace una afirmación correcta
respecto de la doctrina del reino futuro.
Debido a que el Padrenuestro incluye además otros asuntos adecuados para todas las edades y circunstancias, tales corno la adoración del Padre, la petición
del pan cotidiano
y la liberación de la tentación, a menudo se ha tomado como una oración modelo. Sin embargo, es dudoso que ésa
hay
sido la intención
de Cristo. La verdadera oración del Señor se encuentra en Juan 17, donde nuestro Señor intercedió p su iglesia en pleno reconocimiento del propósito
de Di para su iglesia
en la era actual.
Algunos han sostenido
que el Padrenuestro se usa impropiamente en esta era, y, sin embargo,
por sus muchas características
que le hacen apto para todo tiempo, y su sencillez se ha hecho
muy querido
para muchos creyentes;
aún más no es impropio
que los que viven actualmente
anhelen c oración la venida del reino
milenial. Sin embargo,
debe entenderse claramente que
este reino no vendrá por esfuerzo humano antes de la segunda venida
de Cristo, como algunos han enseñado, sino que espera
el glorioso regreso de Cristo, que por su poder establecerá su reino sobre la tierra.
C. LA ORACION DE CRISTO
En Juan 17 se presenta la verdadera oración del Señor revela una libertad hasta lo sumo en la comunión entre Padre y el Hijo. En este capítulo Cristo ejerce su oficio de Sumo Sacerdote, y el tema de su oración es la necesidad
de los creyentes sobre la tierra en la edad futura que vendría después de Pentecostés.
Mientras estuvo sobre la tierra antes de su muerte, Cristo pasó largo tiempo en oración (Mt.
14:23), aun toda la noche (Lc. 6:12), y es probable que la forma de su oración era 1a misma comunión familiar con Su Padre que se encuentra en Juan 17. La oración de Cristo no parece
depender de las promesas o pactos, sino más bien descansa en su propia persona y en la obra
sacerdotal del sacrificio. La oración d Cristo, especialmente en Juan 17, es, en consecuencia, un
revelación de la obra intercesora de Cristo a la diestra
d Dios Padre y que prosigue a través de toda la dispensación actual.
D. LA ORACION BAJO LA
RELACION DE LA GRACJA
La oración no
es igual
a través
de todas las edades,
sino que,
como
todas las
demás
responsabilidades humanas, se adapta a las diversas dispensaciones. Con el gran avance
de la revelación proporcionada por el Nuevo Testamento, la oración adquiere el nuevo estado de
oración en el nombre
de Cristo en la revelación
plena de su sacrificio sobre la cruz.
Entre los siete
rasgos sobresalientes
de la
vida del
creyente bajo
la gracia
con
Cristo mencionados
en el aposento alto y en Getsemaní (Jn. 13:1 - 17:26) se incluye la oración. La enseñanza de Cristo sobre el tema vital de la oración se da en tres pasajes (Jn. 14:12-14; 15:7;
16:23-24). Según esta palabra de Cristo, la posibilidad presente de la oración bajo la gracia se
eleva por sobre las limitaciones terrenales
en la esfera de las relaciones
infinitas que obtiene en
la nueva
creación. Esta forma de oración
puede considerarse bajo cuatro aspectos.
1. La función de la oración incluye no solamente la alabanza
sino la presentación de las necesidades
del
creyente
en
la presencia
del Señor,
y
la
intercesión
por los
demás. El
racionalismo enseña que la oración es irrazonable
porque un Dios omnisciente sabría mejor que el hombre que ora aquello que éste necesita. Sin embargo, Dios, en su soberanía,
ordenó la oración como el medio para
el cumplimiento
de su voluntad en el mundo y ha
instruido a los que creen en El para que presenten
sus peticiones. La importancia de la oración
se revela en Juan
14:13-14, donde Cristo prometió
hacer todo lo que
le
pidiésemos en su
nombre. Consecuentemente, Dios ha elevado la importancia de la oración al punto de que en gran parte Dios ha condicionado su acción a la
oración fiel del creyente.
Esta responsabilidad es cosa establecida. Ya no es cuestión de racionalidad; es cuestión de
ajuste. Es probable que no podamos comprender
todo lo que hay detrás de ello, pero sabemos que
en el ministerio de la oración el hijo de Dios es introducido en una asociación vital con la
obra de Dios en una manera
que de otro modo no podría participar. Pon cuanto el cristiano puede participar en la gloria que sigue, se le da la oportunidad
de participar en el logro de ella. Esta
responsabilidad en asociación no es extendida
al creyente como una concesión especial; es la función normal de un persona por la cual ha sido derramada la sangre expiatoria (He. 10:19-20), y que ha sido vitalmente unido con Cristo
en la nueva. Creación.
No es irracional que una
persona que e parte viva de Cristo (Ef.
5:30) tenga parte
en su servicio en su gloria.
Cabe destacar
que, en conexión con el anuncio del nuevo oficio de la oración como una
sociedad en la ejecución dE plan, es que Cristo afirmó: «las obras que yo hago, él la hará también, y aun mayores las hará» (Jn. 14:12), frase que es inmediatamente seguida por la segura
afirmación de que solo El emprende la tarea de responder a este ministerio de oración. Tan vital es esta unión del esfuerzo entre
la oración y lo que Dios obrará
en su respuesta que se dice
que el creyente es
el que hace las obras mayores.
2. El privilegio de orar en el nombre del Señor Jesús que bajo la gracia se extiende a todo hijo
de Dios, da a la oración una característica que la eleva a un grado infinito que la eleva por sobre
toda otra forma de oración que haya existido
en el pasado o exista en el futuro. Asimismo, la
forma presente de la oración supera
todos los privilegios precedentes;
porque cuando Cristo dijo:
«Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre» (Jn. 16:24), y así desechó
toda otra base de oración
que había existido.
Podemos estar seguros de que el nombre del Señor Jesús cristo atrae la atención del Padre y
que el Padre no solo oír cuando se usa ese nombre, sino que se sentirá inclinado hacer lo que se le pida por amor de su amado Hijo. El nombre de Cristo es equivalente a la persona de Cristo, y
€nombre no se da a los creyentes para ser usado como un conjuro. La oración en el nombre de
Cristo comprende el re conocimiento de si como una parte viva de Cristo en la nueva creación
y, por lo tanto, limita los temas de oración a aquellos proyectos que están en linea directa con los
propósitos y la gloria de Cristo. Es hacer una oración que Cristo podría pronunciar. Puesto que orar
en el nombre de Cristo es como poner la firma de
Cristo a nuestra petición, es razonable
que la oración tenga esa limitación.
Habiendo señalado que a veces la pobreza espiritual si debe al hecho
de que nosotros no pedimos, Santiago sigue diciendo que «pedís y no recibís,
porque pedís mal, gastar en vuestros deleites» (Stg, 4:2-3). Así la oración puede
llegar a ser, o una atracción
para obtener las cosas del yo, o una forma de lograr
las cosas de Cristo. El creyente, habiendo sido salvado del yo y estando
vitalmente unido con Cristo (2 Co.
5:17-18; Cal. 3:3), ya no
está preocupado del yo Esto
no es decir
que
se abandonan
los mejores
intereses
de
creyente;
es
afirmar
qué
ahora se
consideran estos intereses como que pertenecen
a la nueva esfera
en que Cristo es e todo en
todos. Estando en Cristo, es normal que nosotros oremos en su nombre y es anormal orar solo
por los deseos de yo que nada tienen que ver
con la gloria de Cristo.
Puesto que la oración solo es posible sobre la base de la sangre derramada y en virtud de la
unión vital
del creyente con Cristo, la oración de los inconversos no puede ser aceptada por Dios.
3. El alcance de la oración bajo la gracia se afirma en la frase "todo lo que", pero no sin que
haya
limitaciones razonables. Es todo lo que pidiereis en mi nombre, según e propósito y la gloria de Cristo. Antes que sea posible
ofrece: la verdadera oración,
el corazón debe conformarse a la mente de Cristo. "Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecéis en vosotros, pedid todo
lo que queréis (Jn. 15:7), esto es verdadero; porque bajo este ajuste de corazón el hijo de Dios pedirá
solamente las
cosas que están dentro de la esfera
de la voluntad de Dios.
Bajo la gracia, hay perfecta libertad de acción para aquel en quien Dios está obrando así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil. 2:13).
Asimismo, hay una libertad de petición
ilimitada para el que ora dentro de la voluntad de Dios. Al creyente que está lleno del Espíritu Santo se le dice «De igual manera el Espíritu
nos ayuda en nuestra debilidad pues qué hemos de pedir corno conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos
indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los. Santos>> (Ro. 8:26-27).
La perspectiva de la
oración bajo la gracia no es estrecha; es tan infinita como los intereses eternos de aquel en cuyo nombre tenemos
el privilegio de orar.
4. Todo creyente
fiel
debiera prestar cuidadosa
atención a la
práctica de
la oración.
Es
altamente importante que los creyentes observen un horario regular de oración. Debieran evitar todo
usa irreverente de la oración o las repeticiones inútiles que caracterizan al mundo pagano, y
debieran seguir el orden
divino prescrito para la oración bajo la gracia.
Esto se afirma en las siguientes palabras:
«En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto as digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo
dará»
(Jn. 16:23), y la oración será hecha
en el Espíritu (Jud. 20).
Este orden no ha sido impuesto
en forma arbitraria. Sin embargo, dirigir la oración a
Cristo es abandonar su mediación orando a El, en lugar de orar por medio de
El, sacrificando, por lo tanto, el rasgo más vital de la oración baja la gracia: la oración en su nombre. Dirigir la oración al Espíritu de Dios es orar al Espíritu, en lugar de orar por él, y ello implica que hasta ese punto
estamos dependiendo
de nuestra propia suficiencia.
Entonces podría concluirse que, bajo la gracia, la oración debe ser dirigida
al Padre en el
nombre
del Hijo y en el poder del Espíritu Santo.
E. LA ORACION
DE ACCION DE GRACIAS
La verdadera
acción de gracias es la expresión voluntaria de una gratitud
de corazón par los beneficios recibidos. Su efectividad depende de la sinceridad, así coma su intensidad depende del valor que se le dé a las beneficios recibidos (2 Co. 9:11). La acción de gracias es alga completamente
personal. Hay obligaciones que nos corresponden a nosotros y que podrían asumirlas otras
personas, pero nadie puede ofrecer palabras de acción de
gracias en lugar nuestro (Lv. 22:29).
La acción de gracias no es de ningún modo un pago por el beneficio recibido; más bien es
reconocer con gratitud
el hecho de que el que ha recibido el beneficio
está endeudado con el
dador. Puesto que no hay pago que pueda hacerse a Dios por sus beneficias incontables e inmensurables, a través de las Escrituras se sostiene la obligación de ser agradecidos a Dios, y toda acción
de gracias está estrechamente relacionada can la adoración y la alabanza.
Bajo el antiguo
orden
las relaciones
espirituales
de
Dios
se expresaban
de
una
manera material. Entre éstas se hizo provisión para la ofrenda, sacrificio a acción de gracias (Lv. 7:12,
13, 15; Sal. 107:22; 116:17). En forma similar, en esta era es un privilegio del creyente hacer
ofrendas y sacrificios de acción
de gracias a Dios. Sin embargo, si mientras se ofrece la
donación
de acción de gracias el motivo incluye un pensamiento
de compensación, se destruye el valor
esencial de la
acción de gracias.
El tema de la oración se menciona muchas veces en el Antiguo
Testamento y frecuentemente
en los Salmos. En el Antiguo Testamento se da dirección explicita
para las ofrendas
de acción de gracias (Lv. 7:12-15), y la alabanza y la acción de gracias fueron especialmente enfatizadas en el avivamiento que
hubo bajo la dirección de Nehemías (Neh.
12:
24-40). Del mismo modo, el mensaje profético
del Antiguo Testamento anuncia las acciones de
gracias como uno de los rasgos especiales de la adoración en el reino venidero (Is. 51:3; Jer.
30:19). Del
mismo modo, hay incesantes acciones de gracia en los cielos
(Ap. 4:9; 7:12; 11:17).
Una característica
importante
de
la
acción de gracias
en
el
Antiguo
Testamento
es
la
apreciación de la persona de Dios sin consideración de los beneficios recibidos de El (Sal. 30:4;
95:2; 97:12; 100:1-5; 119:62).
Aunque ha sido constantemente descuidado,
el tema de la acción de
gracias es importantísimo y ese tipo de alabanza
es razonable y adecuado. Bueno es alabarte,
oh Jehová
(Sal. 92:1).
En el Nuevo Testamento el tema de la acción de gracias se menciona unas cuarenta y cinco veces, y esta forma de alabanza
se ofrece por las bendiciones temporales y par las espirituales.
La infaltable
práctica
de Cristo de dar gracias
por los alimentos (Mt. 15:36; 26:27; Mr. 8:6;
14:23; Lc. 22:17, 19; Jn. 6:23; 1 Co. 11:24) debiera ser un ejemplo efectivo para todos los creyentes. El
apóstol Pablo también
fue fiel en este sentido (Hch. 27:35; Ro. 14:6; 1 Ti.
4:3-4).
La acción de gracias de parte del apóstol Pablo es digna de atención.
El usa la frase «Gracias a Dios» en relación
con Cristo el «don inefable» (2 Co. 9:15), tocante a la victoria obtenida sobre el sepulcro
y que fue asegurada
par medio de la resurrección (1 Co. 15:57), y en conexión con el triunfo
presente que es nuestro par media de Cristo (2 Co. 2:14). Su acción de gracias
a Dios por los creyentes (1 Ts. 1:2; 3:9), par Tito en particular
(2 Co. 8:16), y su exhortación en el sentido
de que se den acciones de gracias por todos los hombres (1 Ti. 2:1) son igualmente lecciones objetivas para todos los hijos de Dios.
Cabe destacar dos importantes características de la acción
de gracias según el Nuevo
Testamento.
1. La acción de gracias debe ser incesante. Par cuanto la adorable persona de Dios no cambia
y sus beneficios nunca cesan, y puesto que la abundante gracia de Dios redundará para gloria de
Dios par la acción de gracias de muchos (2 Co. 4:15), es razonable que las acciones de gracias
sean dadas a El sin cesar. De
esta forma de alabanza leemos:
«Ofrezcamos siempre a Dios, por media de El, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre» (He.
13:15;
compárese
con Ef. 1:16;
5:20; Cal.
1:3; 4:2).
Esta
característica de la acción de gracias también se enfatiza en el Antiguo Testamento (Sal. 30:12;
79:13; 107:22;
116:17).
2. Las acciones de gracias deben ser ofrecidas por todo como se dice en Efesios 5:20: «Dando
siempre gracias par todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.» Un mandamiento similar se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:18: «Dad gracias en todo, porque ésta
es la voluntad de Dios para con
vosotras en Cristo Jesús» (cf.
con Fil. 4:6; Cal.
2:7; 3:17).
Hay mucha distancia entre dar gracias siempre par todo y el dar gracias algunas
veces y par algunas cosas. Sin embargo, habiendo
aceptado que a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien, es correcto que se dé gracias a Dios par todas las cosas. Esta alabanza, que honra
a Dios, puede ser ofrecida solamente par los que son salvos y que están llenos del Espíritu (Ef.
5:18-20). Daniel dio gracias a Dios enfrente de la sentencia de muerte
(Dn. 6:10), y Jonás dio gracias a Dios desde
el vientre del gran pez y
desde las profundidades del mar (Jon. 2:9).
El abundante
pecado de la ingratitud hacia Dios se ye ilustrado par uno de los sucesos
registrado en la vida de Jesús. Cristo limpió a diez leprosos,
pero solamente uno volvió para dar gracias,
y éste
era samaritano (Lc. 17:11-19). Aquí debemos notar que la ingratitud es un pecado, y se
incluye coma uno de las
pecados de las últimos días (2 Ti.
3:2).
Es probable que haya sincera gratitud de parte de muchos inconversos que tratan de ser
agradecidos a Dios par los beneficios temporales; pero fallan lamentablemente al no apreciar el don de su Hijo, lo que los convierte en personas muy ingratas
ante la vista de Dios.
En los Estados Unidos se estableció un día llamado de Acción
de Gracias. Fue establecido por creyentes y para los creyentes reconociendo que el pecador que rechaza a Cristo no puede
ofrecer una acción de gracias
aceptable a Dios.
PREGUNTAS
1. ¿Cuáles son los cuatro sacrificios del creyente sacerdote?
2. ¿Qué
importancia atribuye
usted al hecho
de que la
alabanza sea uno
de los cuatro
sacrificios?
3. ¿En qué forma se relaciona la adoración a la forma y las
circunstancias?
4. ¿Cuál era la característica de la oración
antes de la primera venida
de Cristo?
5. ¿Cuál era el propósito de la oración del Señor conocida coma el Padrenuestro que aparece
en Mateo 6:9-13?
6. ¿En qué sentido es apropiado que oremos
par la venida del Reino?
7. ¿Por qué
debiera considerarse Juan 17 coma la
verdadera oración del Señor?
8. ¿Qué aprendemos de las Escrituras acerca de la vida de oración de Cristo, y cómo indica
Juan 17 la forma de sus peticiones?
9. ¿Por
qué
en
la
presente dispensación de gracia
la función de la oración incluye
la
intercesión a pesar de la omnisciencia
de Dios?
10. ¿Qué seguridad tiene el creyente de
que Dios se hará cargo de responder a sus peticiones?
11. ¿Qué quiere decir orar en el nombre del Señor Jesucristo, y coma nos da seguridad
este hecho?
12. ¿Cuáles son los dos peligros gemelos
señalados par Santiago en relación a la oración?
13. ¿Cuál es la perspectiva ilimitada de la oración baja la gracia?
14. ¿Cómo está relacionado
el Espíritu con nuestras oraciones?
15. ¿Cuáles son los peligros de no tener periodos regulares
de oración, par una parte, y de las repeticiones inútiles, por la otra?
17.¿Por qué la acción de gracias a
Dios es una cosa muy personal?
18. ¿En qué sentido es la acción
de gracias un sacrificio?
19. ¿Cómo se
relaciona con Dios la acción de gracias
en contraste con sus obras?
20. ¿Cuáles san algunas ilustraciones notables de acción de
gracias en el Nuevo Testamento?
21. ¿Cuáles
son dos características importantes de la acción de gracias que se destacan en el
Nuevo Testamento?
22. ¿Por qué
es un pecado no expresar las
acciones de gracias?
23. ¿Por qué solamente
los
creyentes pueden ofrecer acciones
de
gracias que tengan
verdadero valor?
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