33. La
Seguridad Eterna De La Salvación por
Lewis Sperry Chafer
Aunque la mayoría de los creyentes en Cristo acepta la doctrina de que pueden tener la
seguridad de su salvación en determinado momento en su experiencia, muchas veces se hace la pregunta: « ¿Puede perderse una persona que ha sido salva?» Puesto que el temor de perder la
salvación podría afectar seriamente la paz mental de un creyente, y por cuanto su futuro es tan
vital, esta pregunta constituye un
aspecto importantísimo de la doctrina de la salvación.
La afirmación de que una persona salvada puede perderse nuevamente está basada sobre
ciertos pasajes bíblicos que parecen ofrecer dudas acerca de la continuidad de la salvación. En la historia de la iglesia ha habido sistemas opuestos de interpretación conocidos como Calvinismo, en apoyo de la seguridad eterna, y Arminianismo, en oposición a la seguridad eterna (cada uno
denominado
según el nombre de su apologista más célebre, Juan Calvino y Jacobo Arminio).
A. Punto de vista Arminiano
de la seguridad.
Los que sustentan el punto de vista Arminiano dan una lista de unos ochenta y cinco pasajes
que sustentan
la seguridad condicional. Entre éstos los más importantes son: Mt. 5:13; 6:23;
7:16-19; 13:1-8; 18:23-35; 24:4-5,
11-13, 23-26; 25:1-13;Lc. 8:11-15; 11:24-28;
12:42-46; Jn.
6:66-71; 8:31, 32, 51; 13:8;15:1-6; Hch. 5:32; 11:21-23; 13:43; 14:21-22; Ro. 6:11-23; 8:12-17;
11:20-22; 14:15-23; 1 Co. 9:23-27; 10:1-21; 11:29-32; 15:1-2;2 Co. 1:24; 11:2-4; 12:21-13:5;
Ga. 2:12-16; 3:4-4:1; 5:1-4;6:7-9; Col. 1:21-23; 2:4-8, 18-19; 1 Ts. 3:5; 1 Ti. 1:3-7, 18-20;2:11-
15; 4:1-16; 5:5-15; 6:9-12, 17-21; 2 Ti. 2:11-18, 22-26; 3:13-15; He. 2:1-3; 3:6-19; 4:1-16; 5:8-
9; 6:4-20; 10:19-39; 11:13-16; 12:1-17, 25-29; 13:7-17; Stg. 1:12-26; 2:14-26; 4:4-10; 5:19-20;
1 P. 5:9, 13; 2 P. 1:5-11; 2:1-22;
3:16-17; 1 Jn. 1:5 - 3:11;5:4-16; 2 Jn. 6-9; Jud. 5-12, 20-21; Ap.
2:7, 10-11,
17-26; 3:4-5, 8-22; 12:11; 17:14;
21:7-8; 22:18-19.
El estudio
de estos
pasajes requiere la consideración
de una cierta cantidad de preguntas.
1. Probablemente la cuestión más importante
que enfrenta el intérprete de la Biblia tocante a
este tema es la de poder saber quién es un creyente verdadero. Muchos de los que se oponen a la
doctrina de la seguridad eterna lo hacen sobre la base de que es posible que una persona tenga una
fe intelectual sin haber llegado realmente a la salvación.
Los que se adhieren a
la doctrina de la seguridad eterna están de acuerdo en que una persona puede tener una conversión superficial, o sufrir un cambio de vida solamente exterior, de pasos externos
como aceptar a Cristo, unirse a
la iglesia o bautizarse, y aun llegue a experimentar un cierto cambio en su patrón de vida, pero
sin que haya alcanzado
la salvación en Cristo.
Aunque es imposible establecer
normas acerca de como distinguir
a una persona salvada
de una no salva, obviamente no hay dudas al respecto en la mente de Dios. El creyente individual debe asegurarse en primer
lugar de que ha recibido realmente a
Cristo como su Salvador.
En esto es de ayuda comprender que recibir a Cristo es un acto de la voluntad que puede necesitar algún
conocimiento del camino de salvación
y
podría, hasta
cierto
punto, tener
una
expresión
emocional, pero la cuestión fundamental es ésta: « ¿He recibido realmente a Jesucristo
como mi Salvador personal?» Mientras no se haya enfrentado
honestamente esta
pregunta no puede haber, por
supuesto, una base para la seguridad eterna, ni una verdadera seguridad
presente de la
salvación. Muchos que niegan la seguridad eterna solo quieren decir que la fe superficial
no es suficiente
para salvar. Los que sostienen la seguridad eterna están de acuerdo con este punto. La forma correcta de plantear
el problema es si una persona que
actualmente es salvo y que ha recibido la vida eterna
puede perder lo que Dios ha
hecho al salvarlo del
pecado.
2. Muchos de los pasajes citados por los que se oponen a la seguridad eterna se refieren a las obras humanas o la evidencia de la salvación. El que es verdaderamente salvo debiera manifestar su nueva vida en Cristo por medio de su carácter y sus obras. Sin embargo, puede ser engañoso juzgar a una persona por las obras. Hay quienes no son cristianos
y
pueden conformarse
relativamente a la moralidad
de la vida cristiana, mientras hay cristianos genuinos que pueden
caer, a veces, en la carnalidad
y el pecado en un grado tal que no se les puede distinguir de los
inconversos. Todos están de acuerdo en que la sola reforma moral mencionada en Lucas 11:24-
26 no
es una salvación genuina, y el regreso al estado
de vida anterior no es perder la salvación.
Varios pasajes presentan
el importante hecho de que la profesión
cristiana es justificada por
sus frutos. Bajo condiciones
normales, la salvación
que es de Dios se probará por los frutos que
produce (Jn. 8:31; 15:6; 1 Co. 15:1-2; He. 3:6-14;
Stg. 2:14-26; 2 P. 1:10; 1 Jn. 3:10). Sin embargo, no todos los cristianos en todos los tiempos manifiestan los frutos de la salvación. En consecuencia,
los
pasajes
que tratan las obras como evidencias
de la salvación no
afectan necesariamente la doctrina de la seguridad eterna del creyente, ya que la pregunta
decisiva es si Dios mismo considera que una persona es salva.
3. Muchos pasajes citados para apoyar la inseguridad de los creyentes son advertencias
contra una creencia superficial en Cristo. En el Nuevo Testamento se advierte
a los judíos que, puesto
que los sacrificios
han cesado, deben volverse a Cristo o perderse (He. 10:26). De igual manera, los judíos no salvados, al igual que los gentiles, reciben la advertencia
de no «caer» de la obra
iluminadora y regeneradora del Espíritu (He. 6:4-9). Se advierte a los judíos no espirituales
que ellos no serán recibidos
en el reino venidero (Mt. 25:1-13). Se advierte a los gentiles, grupo opuesto a Israel como grupo, del peligro de perder por su incredulidad el lugar de bendición que tienen en la era actual (Ro. 11:21).
4. Algunos pasajes hablan
de recompensas y no de la salvación. Una persona que es salva y
que está segura en Cristo puede perder su recompensa (1 Co. 3:15; Col. 1:21-23) y recibir una
reprobación en cuanto al servicio a Cristo (1 Co.9:27).
5. Un cristiano genuino también puede perder su comunión con Dios a causa del pecado (1 Jn.
1:6) y ser privado de alguno de los beneficios presentes
del creyente, tales como el de tener el fruto
del
Espíritu (Ga. 5:22-23) y el de disfrutar de la satisfacción de un servicio cristiano efectivo.
6. A causa de su descarrío, un creyente verdadero puede ser castigado
o disciplinado así como un niño es disciplinado por su padre (Jn. 15:2; 1 Co. 11:29-32; 1 Jn. 5:16), y podría llegar al punto de quitarle la vida física. Sin embargo, este castigo no es evidencia de falta de salvación,
antes al contrario,
es evidencia de que es hijo de Dios que está siendo
tratado como tal por su
Padre Celestial.
7. Según las Escrituras, también es posible que un creyente esté «caído de la gracia» (Ga. 5:1-
4). Debidamente interpretado, esto no se refiere a que un cristiano
pierda la salvación, sino a la
caída de una situación
de gracia en la vida y Ia pérdida de la verdadera libertad que tiene en
Cristo por haber regresado
a la esclavitud
del legalismo. Esta caída es de un nivel de vida, no de
la obra de la salvación.
8. Muchas de las dificultades tienen relación con pasajes tomados fuera de su contexto,
especialmente en pasajes que se relacionan
con otra dispensación. El Antiguo Testamento no da una clara visión de la seguridad eterna, aunque puede suponerse sobre Ia base de la enseñanza del
Nuevo Testamento que un santo del Antiguo Testamento que era verdaderamente nacido de
nuevo estaba tan seguro
como un creyente de la era actual. Sin embargo, los pasajes que se refieren a una dispensación pasada
o futura deben ser interpretados en su contexto, tal como
Ezequiel 33:7-8,
y
pasajes de gran
importancia como Deuteronomio
28,
que
tratan
de
las bendiciones y maldiciones que vendrán a Israel por Ia obediencia o desobediencia
de la ley. Otros pasajes se refieren a maestros falsos
y no regenerados de los últimos
días
(1 Ti. 4:1-2;
2 P. 2:1-22; Jud. 17-19),
que son personas que aunque han hecho
una profesión de ser cristianos, jamás han llegado a tener la salvación.
9. Un cierto número de pasajes presentados en apoyo de la inseguridad han sido sencillamente mal interpretados, como Mateo 24:13: «El que persevere
hasta el fin, éste será salvo.» Esto se
refiere no a la salvación
de la culpa y el poder del pecado, sino a la liberación de los enemigos y
de la
persecución.
Este
versículo se refiere
a
los que sobreviven
de
la tribulación y son rescatados
por Jesucristo
en su segunda venida.
La Escritura enseña claramente que muchos
creyentes verdaderos morirán como mártires antes de la venida de Cristo y no permanecerán, o sobrevivirán
hasta que Cristo
vuelva (Ap. 7:14).
Este
pasaje ilustra cómo puede dársele
aplicaciones equivocadas a un versículo
en relación con
la cuestión
de
la
seguridad e inseguridad.
10. La respuesta final a la cuestión de la seguridad
o inseguridad del creyente está en la respuesta a la pregunta «¿quién realiza la obra de salvación?». El concepto de que el creyente una vez salvado es siempre salvo está basado sobre el principio de que la salvación es obra de Dios
y no descansa en mérito alguno del creyente y no se conserva por ningún
esfuerzo del
creyente. Si el hombre fuera el autor de la salvación,
ésta sería insegura.
Pero siendo la obra de
Dios, es segura.
La sólida base bíblica para creer que una persona salvada es siempre salva está apoyada por lo
menos por doce argumentos importantes. Cuatro se refieren a la obra del Padre, cuatro a la del Hijo y
cuatro a la del Espíritu Santo.
B. La Obra Del Padre En La Salvación
1. La Escritura revela la soberana promesa de Dios, que es incondicional y promete salvación
eterna a todo aquel que cree en Cristo (Jn. 3:16; 5:24; 6:37). Obviamente Dios puede cumplir lo
que promete, y su voluntad inmutable
se revela en Ro. 8:29-30.
2. El poder infinito de Dios puede salvar y guardar eternamente (Jn. 10:29; Ro. 4:21; 8:31, 38-
39; 14:4; Ef. 1:19-21; 3:20; Fil. 3:21; 2 Ti. 1:12; He. 7:25; Jud. 24). Es claro que Dios no solamente tiene fidelidad para el cumplimiento de sus promesas, sino el poder de realizar todo lo
que se
propone
hacer. Las Escrituras revelan que Él quiere la salvación de los que creen en Cristo.
3. El amor infinito de Dios no solamente explica el propósito
eterno de Dios, sino que asegura que su propósito se cumplirá (Jn. 3:16; Ro. 5:7-10; Ef. 1:4). En Romanos 5:8-11 se dice que el amor de Dios por
los salvados es mayor que su amor por los no salvos, y esto asegura su
seguridad eterna. El argumento es sencillo: si amó tanto a los hombres que dio a su Hijo y lo
entregó a la muerte por ellos
cuando eran «pecadores» y «enemigos», los amará mucho más
cuando por su gracia redentora sean
justificados delante de sus ojos
y sean reconciliados con Él.
El sobreabundante amor de Dios por los que ha redimido a un costo infinito es suficiente
garantía de que no permitirá jamás que sean arrebatados de su mano sin que todos los recursos
de su poder infinito se hayan agotado (Jn. 10: 28-29); y, por descontado, el infinito
poder de Dios jamás puede agotarse. La promesa del Padre, el infinito poder del Padre y el amor infinito
del Padre hacen imposible que una persona que se haya entregado a Dios el Padre por la fe en
Jesucristo pierda la salvación que Dios
opero en su vida.
4. La justicia de Dios también garantiza Ia seguridad eterna de quienes han con fiado en Cristo porque
las demandas de la justicia divina han sido completamente satisfechas por la muerte de
Cristo, porque El murió por los pecados de todo el mundo (1 Jn. 2:2). Al perdonar el pecado y
prometer la salvación eterna, Dios esta actuando
sobre una base perfectamente justa. Al salvar al
pecador, Dios no lo hace sobre la base de la lenidad y es perfectamente justo al perdonar no
solamente a los del Antiguo Testamento que vivieron antes de la cruz de Cristo, sino a todos los que
vivan después de la cruz de Cristo (Ro. 3:25-26). Consecuentemente, no se puede dudar de
la seguridad eterna del creyente sin poner en tela de juicio la
justicia de Dios. Así tenemos
que se combinan su fidelidad
a sus promesas, su poder infinito,
su amor infinito
y su justicia infinita,
para dar al creyente la absoluta seguridad
de su salvación.
C. La Obra
Del Hijo
1. La muerte vicaria de Jesucristo en la cruz es garantía absoluta de la seguridad del creyente. La muerte de Cristo es la respuesta suficiente al poder
condenatorio del pecado (Ro 8:34).
Cuando se alega que el salvado puede perderse nuevamente, generalmente se hace sobre la base
de algún posible pecado. Esta suposición necesariamente procede del supuesto de que Cristo no llevo
todos los pecados que el creyente cometa, y que Dios, habiendo salvado un alma, puede
verse sorprendido y desengañado por un pecado
inesperado cometido después de la salvación. Por el contrario, la omnisciencia de Dios es perfecta.
El conoce de antemano todo pecado
o pensamiento secreto
que pueda oscurecer la vida de un hijo suyo, y la sangre expiatoria y
suficiente de Cristo fue derramada por aquellos pecados y Dios ha sido propiciado
por la sangre
(1 Jn. 2:2).
Gracias a la sangre, que alcanza para los pecados de los salvados y no salvados, Dios está en libertad de continuar su gracia salvadora hacia los que no tienen
méritos. El los guarda para
siempre, no por amor a ellos solamente, sino para satisfacer su propio amor y manifestar
su propia gracia (Ro. 5:8; Ef. 2:7-10). Toda condenación es quitada para siempre por el hecho de
que la salvación y la preservación dependen solamente del sacrificio y los méritos
del Hijo de Dios (Jn.3:18; 5:24; Ro. 8:1; 1 Co.
11:31-32).
2. La resurrección
de Cristo, cono sello de Dios sobre la muerte de Cristo, garantiza la
resurrección y la vida de los creyentes (Jn. 3:16; 10:28; Ef. 2:6). Dos hechos vitales conectados
con la resurrección de Cristo hacen que la seguridad
eterna del creyente sea cierta. El don de Dios es vida eterna (Ro. 6:23), y esta vida es la vida de Cristo resucitado (Col. 2:12; 3:1). Esta
vida es eterna como Cristo es eterno y no se puede disolver ni destruir
así como Cristo no puede
disolverse ni destruirse. El hijo de Dios también es hecho parte de la nueva creación en la
resurrección de Cristo por el bautismo del Espíritu y la recepción de la vida eterna. Como objeto soberano de la obra creativa de Dios, la criatura no puede hacer que el proceso de creación vuelva atrás, y por cuanto está en Cristo como el último Adán, no puede caer, porque Cristo no puede caer. Aunque son evidentes los fracasos en la vida y experiencia cristiana, éstos
no afectan
la posición del creyente en Cristo que es santo merced a la
gracia de Dios y a la muerte y resurrección
de Cristo.
3. La obra de Cristo como nuestro abogado en los cielos también garantiza nuestra seguridad
eterna (Ro. 8:34; He. 9:24; 1 Jn. 2:1). En su obra de abogado o representante legal del creyente, Cristo invoca la suficiencia
de su obra en la cruz como base para la propiciación, o satisfacción de todas las demandas de Dios al pecador, y así efectuar la reconciliación del pecador con Dios por medio de Jesucristo. Dado que la obra de Cristo es perfecta,
el creyente verdadero
puede descansar en la seguridad de la perfección de la obra de Cristo presentada por El mismo como
representante del creyente en el cielo.
4. La obra de Cristo como nuestro intercesor suplementa y confirma su obra como abogado
nuestro (Jn. 17:1-26; Ro. 8:34; He. 7:23-25).
El ministerio actual de Cristo en la gloria tiene que
ver con la seguridad eterna de los que en la tierra son salvos. Cristo, al mismo tiempo, intercede y es nuestro abogado. Como intercesor, tiene en cuenta la
debilidad, la ignorancia y la
inmadurez
del creyente, cosas acerca de las cuales no hay culpa. En este ministerio Cristo no solamente ora por los suyos que están en el mundo y por todas sus necesidades (Lc. 22:31-32; Jn. 17:9, 15, 20;
Ro. 8:34), sino que, sobre la base de su propia suficiencia en su sacerdocio inmutable, garantiza
que serán conservados salvos para
siempre (Jn.
14:19; Ro. 5:10; He. 7:25).
Tomada como un todo, la obra de Cristo en su muerte, resurrección,
abogacía e intercesión
proporciona una seguridad
absoluta para quien está de este modo representado por Cristo en la
cruz y en el cielo. Si la salvación es una obra de Dios para el hombre y no una obra del hombre
para Dios, su resultado
es cierto y seguro
y se cumplirá la promesa de Juan 5:24 de que el
creyente no <<vendrá a condenación’.
D. Obra Del
Espíritu Santo
1. La obra de regeneración o nuevo nacimiento en que el creyente es hecho participe
de la naturaleza divina es un proceso irreversible y obra de Dios (Jn. 1:13; 3:3-6; Tit. 3: 4-6; 1 P. 1:23;
2 P. 1:4; 1 Jn. 3:9). Así como no hay reversión
para el proceso de creación,
no puede haber
reversión para el proceso del nuevo
nacimiento.
Por cuanto es una obra de Dios y no del
hombre,
y se realiza completamente sobre el principio
de la gracia, no hay una base justa o razón por la
que no deba continuar para siempre.
2. La presencia interior del Espíritu en el creyente es una posesión
permanente del creyente durante La edad presente (Jn. 7:37-39; Ro. 5:5; 8:9; 1 Co. 2:12; 6:19; 1 Jn. 2:27). En las épocas anteriores a Pentecostés no todos los creyentes poseían el Espíritu en su interior aun cuando
estaban seguros de su salvación; sin embargo, en la era actual
el hecho de que el cuerpo del creyente, aunque sea pecador y
corrupto, es templo de Dios, se constituye en otra evidencia confirmatoria
del inmutable propósito de Dios de acabar lo que comenzó al salvar al creyente.
Aunque el Espíritu pueda ser contristado por pecados no confesados (Ef. 4:30) y pueda ser apagado en el sentido de ser resistido (1 Ts. 5:19), jamás se insinúa que estos actos causen
la pérdida de la salvación
en el creyente.
Antes bien, ocurre que el mismo hecho de la salvación
y de la presencia continua del Espíritu Santo en
el corazón se constituye en la base para el llamado a volver a caminar en
comunión y conformidad con la voluntad de Dios.
3. La obra del Espíritu en el bautismo, por La cual el creyente es unido a Cristo y al cuerpo de
Cristo eternamente, es otra evidencia de la seguridad. Por el ministerio bautismal del Espiritu, el creyente es unido al cuerpo del cual Cristo es la Cabeza (1 Co. 6:17; 12:13; Ga. 3:27) y, por lo tanto, se dice que está en Cristo. Estar en Cristo constituye una unión
que es a la vez vital y permanente. En aquella unión
las cosas viejas —posición y relaciones que eran base de la
condenación— pasaron, y todas las posiciones y relaciones
se han hecho nuevas y son de Dios (2
Co. 5:17, 18). Al ser aceptado para siempre
en el amado, el hijo de Dios está tan seguro como
aquél en quien está, y en quien permanece.
5. La presencia del Espíritu Santo en el creyente se dice que es el sello de Dios que durará hasta el día de la redención, el día de La traslación o resurrección del creyente (2 Co. 1:22; Ef.
1:13-14; 4:30). El sello del Espíritu
Santo es obra de Dios y representa la salvación y seguridad de
la persona así sellada hasta que Dios complete su propósito de presentar al creyente perfecto
en el cielo; por lo
tanto, es otra evidencia de que una vez
salvado el creyente
es siempre salvo.
Tomada como un todo, la seguridad eterna del creyente descansa sobre
la naturaleza de la salvación. Es obra de Dios, no. obra de hombres. Descansa en el poder y la fidelidad
de Dios, no en la fortaleza y fidelidad del hombre. Si la salvación fuera por obras, o si la salvación
fuera una recompensa por la fe como una buena obra, seria comprensible que se pusiera en dudas la
seguridad del hombre. Pero, puesto que descansa sobre la gracia, y las promesas de Dios, el
creyente puede estar confiado en su seguridad y, con Pablo,
estar «persuadido de esto,
que el que
comenzó
en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo» (Fil. 1:6).
Entonces se puede concluir, de este gran cuerpo de verdad, que el propósito eterno de Dios, que
es para preservación de los suyos, no podrá jamás ser derrotado. Con este fin ha previsto cualquier obstáculo posible. El pecado, que podría producir, separación,
ha sido llevado por un
sustituto que, con el fin de que el creyente sea guardado, invoca la eficacia de su muerte ante el
trono de Dios. La voluntad del creyente queda bajo el control divino (Fil. 2:13), y toda prueba o tentación es templada por la infinita
gracia y sabiduría
de Dios (1 Co. 10:13).
No se puede enfatizar con suficiente
fuerza que, aunque
en este capítulo se han tratado la
salvación y la
preservación en la salvación
como empresas
divinas
separadas, como una
adaptación a la forma usual de hablar, la Biblia no hace tal distinción. Según las Escrituras, no
hay salvación
propuesta, ofrecida a emprendida baja la gracia, que no sea infinitamente perfecta y permanezca
para siempre.
PREGUNTAS
1. ¿Por qué es importante para
el creyente la cuestión
de la seguridad eterna?
2. ¿Cuáles
son las posiciones opuestas del calvinismo y el arminianismo en la cuestión de la
seguridad eterna?
3. Aproximadamente, ¿cuántos pasajes presentan
los arminianos
diciendo que enseñan
la
doctrina de la seguridad condicional?
4. ¿Al
estudiar estos pasajes, ¿cuál es la pregunta más importante?
5. ¿En
qué están de acuerdo todas las
partes en la cuestión de la
seguridad?
6. ¿Hay dudas
en la mente de Dios acerca
de quiénes son salvos?
7. ¿Es
cierto que la fe superficial no basta para
salvarse?
8. ¿Como evalúa los diversos pasajes citados en oposición a la seguridad eterna y que presentan
las obras humanas coma evidencia de la salvación?
9. ¿Deben considerarse
las advertencias contra una fe superficial como advertencias contra la
posibilidad de perder
la salvación?
10. ¿Es
posible que un cristiano pierda
su recompensa en el cielo
y aún sea salvo?
11.
¿Es posible que un cristiano genuino pierda
la comunión
con Dios y todavía sea salvo?
12. ¿Es
posible que un creyente verdadero
sea castigado a disciplinado y
todavía sea salvo?
13. ¿Como explica usted la expresión
«caer de la gracia» en relación con la salvación
cristiana?
14. ¿Por qué hay dificultad en pasajes del Antiguo Testamento en la cuestión de la seguridad eterna?
15. ¿Cómo explica usted Mateo 24:13?
16. ¿Por qué la seguridad a inseguridad dependen de la pregunta «¿Quién realiza
la obra de salvación?»
17. ¿Cuáles
son las cuatro obras del Padre que apoyan la seguridad eterna?
18. ¿Por qué las obras de Dios Padre en
la salvación por sí solas
garantizan la seguridad eterna?
19. ¿Cuáles
son las cuatro obras de Dios el Hijo que apoyan la doctrina de la seguridad eterna?
20. ¿Cómo se relaciona la muerte de Cristo
con Ia seguridad eterna?
21. ¿Cómo se relaciona la resurrección
de Cristo con la seguridad eterna?
22. ¿Cómo se relacionan las obras de Cristo coma intercesor y abogado con la seguridad eterna?
23. ¿Cuáles
son las cuatro obras del Espíritu Santo en relación con la seguridad eterna?
24. ¿Es
el nuevo nacimiento un proceso
reversible?
25. ¿Existe el
caso de alguien que haya nacido de nuevo más de una
vez en las Escrituras?
26. ¿Como se relaciona la presencia interior
permanente
del Espíritu con la seguridad
eterna?
27. ¿Puede perder
el Espíritu un creyente de
la era actual?
28. ¿Qué
se consigue por obra del Espíritu en
el bautismo en relación con la seguridad?
29. ¿En qué forma es una promesa de seguridad la promesa del Espíritu como sello hasta el día
de la redención?
30. ¿Resumir las razones par que la seguridad
eterna descansa sobre la naturaleza de la salvación coma obra de Dios?
31. ¿En
qué forma incluye el
aspecto de la seguridad del creyente la naturaleza de la salvación?
No hay comentarios:
Publicar un comentario