32. La Seguridad Presente De La Salvación
por Lewis Sperry Chafer
A. LA IMPORTANCIA
DE LA SEGURIDAD
En la experiencia cristiana, la seguridad de que uno es salvo por la fe en Cristo es esencial para el cumplimiento
de todo el programa de crecimiento en la gracia y el conocimiento de Cristo. La seguridad es asunto de experiencia
y se relaciona con la confianza personal en la salvación presente. No se debe confundir con la doctrina de la
seguridad eterna del creyente, que
discutiremos en el próximo capíulo. La seguridad eterna es una cuestión de doctrina, mientras
la seguridad presente es un asunto de
lo que la persona cree en un momento dado acerca de su salvación personal.
La seguridad presente depende de tres aspectos importantes de la experiencia: 1) comprensión de que la salvación provista en Cristo Jesús es completa; 2) el testimonio confirmatorio de la
experiencia cristiana; 3) aceptación por fe de las promesas bíblicas de
la salvación.
B. Comprensión de la naturaleza de la salvación
Para tener una verdadera seguridad de salvación es esencial tener una clara comprensión de lo
que Cristo obtuvo por medio de su muerte en la cruz. La salvación
no es una obra del hombre
para agradar a Dios, sino una obra de Dios en favor del hombre. Depende completamente de la
gracia divina, sin tener en consideración ningún mérito humano. La persona que comprende que
Cristo murió en su favor y proveyó una salvación completa que se ofrece a cualquiera que cree
sinceramente en Cristo, puede tener la seguridad de su salvación en cuanto cumple la condición
de confiar en Cristo como Salvador. En muchos casos la falta de seguridad se debe a una
comprensión incompleta de la naturaleza
de la salvación.
Una vez que se ha comprendido que la
salvación es
un
obsequio
que
no
puede obtenerse
por esfuerzos humanos, que no puede merecerse y que está disponible como un don de Dios para todo aquel que la reciba por fe, se ha echado
una base adecuada para la seguridad de la salvación, y la cuestión se resuelve
por si sola en la respuesta a la pregunta de si uno ha creído realmente en Cristo. Esta pregunta puede ser
respondida por las confirmaciones
que se encuentran
en la experiencia cristiana de una persona que ha recibido la salvación.
Entre las diversas realizaciones divinas que en conjunto constituyen la salvación
de un alma,
la Biblia da un énfasis
supremo a la recepción
de una nueva vida de parte de Dios. Más de 85 pasajes del Nuevo Testamento confirman este rasgo de la gracia salvadora.
La consideración de estos pasajes deja ver el hecho de que esta vida impartida es don de Dios para todo aquel que
cree en Cristo (Jn. 10:28; Ro. 6:23); es de Cristo (Jn. 14:6); es Cristo que mora en el creyente en
el sentido de que la vida eterna es inseparable de El (Col. 1:27; 1 Jn. 5:11, 12) y, por lo tanto, es eterna como El
es eterno.
C. Testimonio confirmatorio de la experiencia cristiana
Basado en el hecho de que Cristo mora en él, el creyente debe probarse a sí mismo si está en fe (2 Co. 13:5); porque es razonable
esperar que el corazón en que Cristo mora, en condiciones normales, esté consciente de su maravillosa presencia. Sin embargo, el cristiano no es dejado a
merced de sus sentimientos e imaginaciones equívocos en cuanto a la forma precisa en que se
manifestará Cristo en su vida interior, y esto queda claramente definido en las Escrituras.
Esta revelación
particular tiene un propósito doble para el cristiano que está sujeto a la Palabra de
Dios: lo protege contra la suposición
de que el emocionalismo carnal es de Dios—creencia que ha encontrado
muchos
seguidores en
la
actualidad— y establece una norma
de
realidad espiritual, para alcanzar la cual deben
esforzarse constantemente los cristianos.
Es obvio que una persona inconversa, aunque sea fiel en su conformidad exterior a la práctica religiosa, jamás
manifestará
la
vida que es
Cristo.
De
igual manera,
el cristiano
carnal es anormal en el sentido de que no tiene modo de probar por la experiencia
que tiene la salvación. Aunque la vida eterna en sí es ilimitada, toda experiencia cristiana normal es limitada por lo
carnal (1 Co. 3:1-4).
El cristiano carnal está tan perfectamente salvado
como el cristiano espiritual, porque ninguna
experiencia, mérito o servicio forman parte de la base de la salvación. Aunque
aún sea un bebé,
está en Cristo (1 Co. 3:1). Su obligación hacia Dios no es ejercer la fe salvadora,
sino someterse al propósito y voluntad de
Dios. Es de importancia fundamental comprender que una experiencia cristiana
normal solo pueden tenerla quienes están llenos del
Espíritu.
La nueva vida en Cristo que viene como resultado
de ser salvo por la fe produce
ciertas manifestaciones importantes.
1. El conocimiento de que Dios es nuestro Padre Celestial es una de las preciosas experiencias que pertenecen a quien ha puesto su confianza en Cristo. En
Mateo 11:27 se
declara que ninguno conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo lo quiera revelar. Una cosa es saber algo acerca de Dios, experiencia posible en una persona no regenerada, pero es algo muy distinto conocer a Dios, lo que solo puede ser realizado
en la medida que el Hijo lo revele, y <esta es la vida eterna: que te conozcan
a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado>
(Jn. 17:3). La comunión
con el Padre y con el Hijo es algo conocido solamente por quienes
«andan
en luz» (1 Jn.
1:7). Por lo tanto, una experiencia
cristiana normal incluye una apreciación personal de la paternidad de Dios.
2. Una realidad nueva en Ia oración es otra experiencia
confirmatoria que conduce a la
seguridad presente. La oración asume un lugar muy importante en la experiencia del cristiano
espiritual. Se convierte gradualmente en su recurso más vital. Por medio de la acción interior
del Espíritu que mora en él, el creyente ofrece alabanzas y acciones de gracias (Ef. 5:18-19),
y par obra del Espíritu es capacitado para orar en conformidad con la voluntad de Dios (Ro. 8:26-27;
Jud. 20). Además, es razonable creer que, puesto que el ministerio de Cristo en la tierra y en el
cielo ha sido y es en gran parte un ministerio de oración, la persona en Ia cual El mora será guiada a Ia oración en
forma normal.
3. Una nueva capacidad
para
comprender
las Escrituras
es
otra importante
experiencia relacionada con la salvación. Según la promesa de Cristo, el hijo de Dios entenderá por obra del Espíritu las cosas de Cristo, las cosas del Padre y las cosas venideras (Jn. 16:12-15). En el camino de Emaüs, Cristo abrió las Escrituras a los que lo oían (Lc. 24:32) y abrió los corazones de ellos a las Escrituras al mismo tiempo0 (Lc. 24:45). Semejante experiencia, a pesar de ser tan
maravillosa,
no es solamente para ciertos
cristianos que gozan de un favor especial de Dios; es la experiencia normal de todos los que están
a cuentas con Dios (1 Jn. 2:27), puesto que es una manifestación natural de Cristo
que mora en
el creyente.
4. Un nuevo sentido de Ia pecaminosidad del pecado es una experiencia normal de la persona que
es salva. Así corno el agua quita todo lo que es ajeno e inmundo (Ez. 36:25; Jn. 3:5; Tit. 3:5,
6; 1 P. 3:21; 1
Jn. 5:6-8), la Palabra
de Dios desplaza
todas las concepciones humanas e implanta los ideales de Dios (Sal. 119:11), y por la acción de
la Palabra de Dios aplicada por el Espíritu, la
manera
divina de estimar el
pecado desplaza la estimación humana. Es imposible que Cristo,
que no tuvo pecado y sudó gotas de sangre al ser ofrecido como ofrenda por el pecado, no produzca
una nueva percepción de la naturaleza corrompida del pecado
en la persona en la cual mora, cuando tiene libertad para manifestar
su presencia.
5. Se recibe un nuevo amor por los inconversos. El hecho de que Cristo rnurió por todos los hombres (2 Co. 5:14-15, 19) es la base que permite a Pablo decir: «De aquí en adelante a nadie conocemos según la carne» (2 Co. 5:16). Dejando a un lado todas las distinciones terrenales, él
consideraba a los hombres, a través de sus ojos espirituales, como almas por las cuales Cristo
murió. Por la misma razón, Pablo no cesaba de orar por los perdidos (Ro. 10:1) y de esforzarse por alcanzarlos (Ro. 15:20), y por amor a ellos estaba dispuesto a «anatema, separado
de Cristo» (Ro. 9:1-3). Esta compasión
divina debiera
ser experimentada
por cada creyente lleno
del Espíritu, como resultado de
la presencia divina en su
corazón (Ro. 5:5; Ga. 5:22).
6. Se experimenta también un nuevo amor por los salvados. En 1 Juan 3:14 se presenta el
amor por los hermanos como una prueba absoluta de la salvación personal. Esto es razonable, ya que por la obra regeneradora del Espíritu Santo el creyente es introducido a un nuevo parentesco
con la casa y familia de Dios. Solo en ella existe la paternidad verdadera de Dios y la verdadera hermandad entre los hombres. El hecho de que la misma presencia divina esté en el interior de dos individuos los relaciona en una forma vital y les
otorga
un lazo correspondiente de devoción.
El amor de un cristiano por otro es, de este modo, la insignia del verdadero discipulado (Jn.
13:34-35), y este afecto es la experiencia normal de todos los que son nacidos de Dios.
7. Una base suprema para la seguridad de la salvación es la manifestación del carácter de Cristo en el creyente. Las experiencias subjetivas resultantes debidas a la Presencia divina no estorbada en el corazón
se señalan con nueve palabras: «Amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza,
(Ga. 5:22-23), y cada
palabra representa
un
mar
de
realidad en el plano del carácter ilimitado de Dios.
Esta es la vida que Cristo vivió (Jn. 13:34; 14:27; 15:11), es la vida de semejanza con Cristo (Fil. 2:5-7) y
es la vida que es Cristo (Fil. 1:21). Debido
a que estas gracias son producidas
par el Espíritu que mora en cada creyente, esta experiencia ha sido provista para todos.
8. Las experiencias combinadas de la vida cristiana
producen una conciencia de salvación
por fe en Cristo. La fe salvadora en Cristo es una experiencia
bien clara. El apóstol Pablo decía
acerca de Si: «Yo sé
a quién he creído» (2 Ti.
1:12). La confianza personal en el Salvador es un acto tan definido
de la voluntad y una
actitud tan clara de la mente, que difícilmente podría uno engañarse al respecto. Pero Dios tiene el
propósito de que el cristiano normal esté seguro en su propio corazón de que ha sido aceptado
por Dios. El cristiano espiritual recibe el testimonio del Espíritu de que es hijo de Dios (Ro.
8:16). En forma similar, habiendo aceptado a Cristo, el creyente no tendrá más conciencia de condenación a causa del pecado (Jn. 3:18; 5:24; Ro. 8:1; He. 10:2).
Esto no implica que el cristiano no estará consciente del pecado que comete; se
trata
más bien de que está consciente de haber
sido aceptado eternamente por Dios por media de la obra de Cristo (Ef. 1:6; Col. 2:13), que es la porción de todo aquel que cree.
Al concluir
la enumeración de los elementos
esenciales de una verdadera experiencia
cristiana, debemos dejar claramente establecido
que
en todo ello
queda
excluido
el
emocionalismo puramente carnal, y que la experiencia
del creyente será normal solamente cuando anda en la luz (1 Jn. 1:7).
D. Aceptacion
de la veracidad de las promesas
de la Biblia
1. La confianza en la veracidad de la Biblia y en el cumplimiento cierto de sus promesas de
salvación es esencial para tener la seguridad de la salvación. Por sobre toda experiencia y aparte de cualquier experiencia que el cristiano pueda tener
—experiencia que a menudo es muy indefinida a causa de la carnalidad—, se ha dado la evidencia permanente de la infalible Palabra
de Dios. El apóstol Juan se dirige a los creyentes en los siguientes términos:«Estas cosas as he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna» (1 Jn. 5:13). Por medio de este pasaje se da seguridad a todo creyente, carnal o espiritual por igual, para que sepan que tienen vida
eterna. Esta seguridad se hace descansar, no en
experiencias cambiantes, sino sobre las cosas que están escritas en la inmutable Palabra de Dios (Sal. 119:89, 160; Mt.
5:18; 24:35; 1 P. 1:23,
25).
Las promesas escritas de Dios son como un título de dominio (Jn. 3:16, 36; 5:24; 6:37; Hch.
16:31; Ro. 1:16; 3:22, 26;10:13), y así exigen confianza. Estas promesas de salvación forman el
pacto incondicional de Dios baja la gracia, sin exigencia
de méritos humanos, sin necesidad de
experiencias
humanas que prueben su verdad.
Estas poderosas realidades
deben sen consideradas
como cumplidas sobre la única base de la
veracidad de Dios.
2. Dudar
si uno realmente ha
puesto su fe en Cristo y las promesas
de Dios es destructivo de la fe cristiana. Hay multitudes
que no tienen ninguna
certeza de haber hecho
una transacción personal con Cristo acerca de su salvación. Aunque no es esencial que uno sepa el día y la hora de su decisión,
es imperativo que sepa que ahora está confiando en Cristo sin referencia al tiempo en que comenzó a
confiar. El apóstol Pablo afirma que está «seguro que [Dios] es poderoso para guardar mí deposito», esto es, lo que él había entregado
a Dios para que se lo guardara
(2
Ti. 1:12).
Obviamente,
la cura para la incertidumbre acerca de si se ha recibido a Cristo es recibir a Cristo ahora, teniendo en cuenta que ningún mérito personal
ni obra religiosa
tiene valor: sólo Cristo puede
salvar. La persona que no está segura de haberse entregado a Dios pan fe para recibir la salvación
que solo Dios puede dan, puede remediar esta falta dando un paso definitivo de
fe. Este es un acto de la voluntad,
aunque podría estar acompañado de la emoción y exige necesariamente la comprensión
de la doctrina de la salvación. A muchos ha ayudado el decir en
oración:«Señor, si nunca he puesto mi confianza en ti antes,
ahora lo hago.» No se puede
experimentar una verdadera
seguridad de salvación
si no hay un acto específico de recibir
por fe a Cristo como Salvador.
3. Dudar de la fidelidad de Dios es también fatal para cualquier
experiencia verdadera de seguridad. Algunos
no están seguros de su salvación porque no están seguros de que Dios los haya recibido
y salvado. Este estado mental normalmente es provocado par la búsqueda de un
cambio
en los
sentimientos
en
lugar de ponen la mirada
en
la
fidelidad de Cristo.
Los
sentimientos y las experiencias tienen su lugar, pero, coma se dijo antes, la evidencia
definitiva de la salvación personal es la veracidad de Dios. La que El ha dicho, hará, y no es piadoso
ni digno de elogio el que una persona desconfíe de su salvación después de haberse entregado
en forma definida
a Cristo.
4. La seguridad de salvación, consecuente-mente, depende de la comprensión de la naturaleza de la salvación
completa de Dios para quienes ponen su con fianza
en Cristo. En parte, puede hallarse una confirmación en la experiencia cristiana, y normalmente hay un cambio de vida en
la persona que ha confiada en Cristo coma su Salvador. Es esencial que comprenda que la
seguridad de salvación depende de la certeza de
las promesas de Dios y de la
seguridad de que el individuo se ha entregado a Cristo pon fe confiando en que El cumplirá estas promesas.
La persona que se ha entregado
de este modo puede descansan en que la fidelidad
de Dios, que no
puede mentir, cumplirá
su promesa de salvar al creyente
par su divino poder y gracia.
PREGUNTAS
1. ¿Cómo puede
usted distinguir la doctrina de la seguridad pnesente de la doctrina de la seguridad
eterna?
2. ¿Por qué es importante la seguridad de la salvación?
3. ¿Cómo se relaciona la seguridad
de la salvación con el significada de la muerte de Cristo?
4. ¿En
qué forma se relaciona
la seguridad con el conocimiento de que la
salvación es un dan?
5. ¿En qué forma se relaciona la seguridad
con el conocimiento de que la salvación es por gracia solamente?
6. ¿Es
razonable suponer que un cristiano sabrá que es
salvo?
7. ¿Hasta
qué punto estará sujeto a la pérdida
de su
seguridad de salvación un cristiano carnal?
8. ¿En qué forma se relaciona la seguridad
con el conocimiento de que Dios es nuestro Padre
Celestial?
9. ¿En qué sentido constituye la realidad de la oración una experiencia confirmatoria de la salvación?
10. Relacionan la
capacidad de entender las Escrituras
con la seguridad de la
salvación.
11. ¿En qué sentido se relaciona la percepción
de la pecaminosidad del pecado con la seguridad de la salvación?
12. ¿En
qué forma constituye una
base para la segunidad la salvación el amar par los perdidos?
13. ¿Por qué da
seguridad de salvación el amor por otro cristiano?
14. Relacionan el
fruto del Espíritu con
la seguridad de salvación.
15. ¿En qué forma ayuda a la seguridad de la salvación el poner la fe en Cristo en un acto definido?
16. ¿En qué forma se relaciona la aceptación
de las promesas de salvación en la Biblia con la seguridad
de salvación?
17. ¿Es
necesario saber el momento exacto
en que el creyente confió en Cristo?
18. ¿Es
importante saber que ahora
uno confía en Cristo coma su Salvador?
19. ¿Qué
debe hacen una persona si no
tiene la seguridad de la salvación?
20. ¿Qué
relación hay entre Ia
seguridad de la salvación
y la fidelidad de Dios?
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